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Ciencias Naturales: Sistema Solar

Sistema Solar


El sistema solar es el sistema planetario en el que se encuentran la Tierra y otros objetos astronĂ³micos que giran directa o indirectamente en una Ă³rbita alrededor de una Ăºnica estrella conocida como el Sol.1​

La estrella concentra el 99,75 % de la masa del sistema solar,2​3​4​ y la mayor parte de la masa restante se concentra en ocho planetas cuyas Ă³rbitas son prĂ¡cticamente circulares y transitan dentro de un disco casi llano llamado plano eclĂ­ptico.5​ Los cuatro planetas mĂ¡s cercanos, considerablemente mĂ¡s pequeños Mercurio, Venus, Tierra y Marte, tambiĂ©n conocidos como los planetas terrestres, estĂ¡n compuestos principalmente por roca y metal.6​7​ Mientras que los cuatro mĂ¡s alejados, denominados gigantes gaseosos o «planetas jovianos», mĂ¡s masivos que los terrestres, estĂ¡n compuestos de hielo y gases. Los dos mĂ¡s grandes, JĂºpiter y Saturno, estĂ¡n compuestos principalmente de helio e hidrĂ³geno. Urano y Neptuno, denominados gigantes helados, estĂ¡n formados mayoritariamente por agua congelada, amoniaco y metano.8​


ConcepciĂ³n artĂ­stica de un disco protoplanetario
El Sol es el Ăºnico cuerpo celeste del sistema solar que emite luz propia,9​ debido a la fusiĂ³n termonuclear del hidrĂ³geno y su transformaciĂ³n en helio en su nĂºcleo.10​El sistema solar se formĂ³ hace unos 4600 millones de años11​12​13​ a partir del colapso de una nube molecular. El material residual originĂ³ un disco circunestelar protoplanetario en el que ocurrieron los procesos fĂ­sicos que llevaron a la formaciĂ³n de los planetas.9​El sistema solar se ubica en la actualidad en la nube Interestelar Local que se halla en la Burbuja Local del brazo de OriĂ³n, de la galaxia espiral VĂ­a LĂ¡ctea, a unos 28 000 años luz del centro de esta.14​


ConcepciĂ³n artĂ­stica del sistema solar y las Ă³rbitas de sus planetas
El sistema solar es tambiĂ©n el hogar de varias regiones compuestas por objetos pequeños. El cinturĂ³n de asteroides, ubicado entre Marte y JĂºpiter, es similar a los planetas terrestres ya que estĂ¡ constituido principalmente por roca y metal. En este cinturĂ³n se encuentra el planeta enano Ceres. MĂ¡s allĂ¡ de la Ă³rbita de Neptuno estĂ¡n el cinturĂ³n de Kuiper, el disco disperso y la nube de Oort, que incluyen objetos transneptunianos formados por agua, amonĂ­aco y metano principalmente. En este lugar existen cuatro planetas enanos: Haumea, Makemake, Eris y PlutĂ³n, el cual fue considerado el noveno planeta del sistema solar hasta 2006. Este tipo de cuerpos celestes ubicados mĂ¡s allĂ¡ de la Ă³rbita de Neptuno son tambiĂ©n llamados plutoides, los cuales junto a Ceres, poseen el suficiente tamaño para que se hayan redondeado por efectos de su gravedad, pero que se diferencian principalmente de los planetas porque no han vaciado su Ă³rbita de cuerpos vecinos.15​

Adicionalmente a los miles de objetos pequeños de estas dos zonas, algunas docenas de los cuales son candidatos a planetas enanos, existen otros grupos como cometas, centauros y polvo cĂ³smico que viajan libremente entre regiones. Seis planetas y cuatro planetas enanos poseen satĂ©lites naturales. El viento solar, un flujo de plasma del Sol, crea una burbuja de viento estelar en el medio interestelar conocido como heliosfera, la que se extiende hasta el borde del disco disperso. La nube de Oort, la cual se cree que es la fuente de los cometas de perĂ­odo largo, es el lĂ­mite del sistema solar y su borde estĂ¡ ubicado a un año luz desde el Sol.16​

A principios del año 2016 se publicĂ³ un estudio segĂºn el cual puede existir un noveno planeta en el sistema Solar, al que dieron el nombre provisional de Phattie.17​ Se estima que el tamaño de Phattie es entre el de Neptuno y la Tierra, dicho planeta es de composiciĂ³n gaseosa.

Descubrimientos y exploraciĂ³n
VĂ©anse tambiĂ©n: Anexo:CronologĂ­a del descubrimiento de los planetas del sistema solar y sus satĂ©lites naturales y ExploraciĂ³n del sistema solar.

NicolĂ¡s CopĂ©rnico
Algunas de las mĂ¡s antiguas civilizaciones concibieron al universo desde una perspectiva geocĂ©ntrica, como en Babilonia en donde su visiĂ³n del mundo estuvo representada de esta forma.18​En Occidente, el griego presocrĂ¡tico Anaximandro declarĂ³ a la Tierra como centro del universo, imaginĂ³ a esta como un pilar en forma de tambor equilibrado en sus cuatro puntos mĂ¡s distantes lo que, en su opiniĂ³n, le permitiĂ³ tener estabilidad.19​PitĂ¡goras y sus seguidores hablaron por primera vez del planeta como una esfera, basĂ¡ndose en la observaciĂ³n de los eclipses;20​ y en el siglo IV a. C. PlatĂ³n junto a su estudiante AristĂ³teles escribieron textos del modelo geocĂ©ntrico de Anaximandro, fusionĂ¡ndolo con el esfĂ©rico pitagĂ³rico. Pero fue el trabajo del astrĂ³nomo heleno Claudio Ptolomeo, especialmente su publicaciĂ³n llamada Almagesto expuesta en el siglo II de nuestra era, el cual sirviĂ³ durante un perĂ­odo de casi 1300 años como la norma en la cual se basaron tanto astrĂ³nomos europeos como islĂ¡micos.

Si bien el griego Aristarco presentĂ³ en el siglo siglo III a. C. a la teorĂ­a heliocĂ©ntrica y mĂ¡s adelante el matemĂ¡tico hindĂº Aryabhata hizo lo mismo, ningĂºn astrĂ³nomo desafiĂ³ realmente el modelo geocĂ©ntrico hasta la llegada del polaco NicolĂ¡s CopĂ©rnico el cual causĂ³ una verdadera revoluciĂ³n en esta rama a nivel mundial,21​ por lo cual es considerado el padre de la astronomĂ­a moderna.22​Esto debido a que, a diferencia de sus antecesores, su obra consiguiĂ³ una amplia difusiĂ³n pese a que fue concebida para circular en privado; el papa Clemente VII pidiĂ³ informaciĂ³n de este texto en 1533 y Lutero en 1539 lo calificĂ³ de «astrĂ³logo advenedizo que pretende probar que la Tierra es la que gira».23​La obra de CopĂ©rnico otorga dos movimientos a la Tierra, uno de rotaciĂ³n en su propio eje cada 24 horas y uno de traslaciĂ³n alrededor del Sol cada año, con la particularidad de que este era circular y no elĂ­ptico como lo describimos hoy.

En el siglo XVII el trabajo de CopĂ©rnico fue impulsado por cientĂ­ficos como Galileo Galilei, quien ayudado con un nuevo invento, el telescopio, descubre que alrededor de JĂºpiter rotan satĂ©lites naturales que afectaron en gran forma la concepciĂ³n de la teorĂ­a geocĂ©ntrica ya que estos cuerpos celestes no orbitaban a la Tierra;24​25​ lo que ocasionĂ³ un gran conflicto entre la iglesia y los cientĂ­ficos que impulsaban esta teorĂ­a, el cual culminĂ³ con el apresamiento y sentencia del tribunal de la inquisiciĂ³n a Galileo por herejĂ­a al estar su idea contrapuesta con el modelo clĂ¡sico religioso.26​Su contemporĂ¡neo Johannes Kepler, a partir del estudio de la Ă³rbita circular intentĂ³ explicar la traslaciĂ³n planetaria sin conseguir ningĂºn resultado,27​ por lo que reformulĂ³ sus teorĂ­as y publicĂ³, en el año 1609, las hoy conocidas leyes de Kepler en su obra Astronomia Nova, en la que establece una Ă³rbita elĂ­ptica la cual se confirmĂ³ cuando predijo satisfactoriamente el trĂ¡nsito de Venus del año 1631.28​Junto a ellos, el cientĂ­fico britĂ¡nico Isaac Newton formulĂ³ y dio una explicaciĂ³n al movimiento planetario mediante sus leyes y el desarrollo del concepto de la gravedad.29​

En 1704 se acuĂ±Ă³ el tĂ©rmino sistema solar.30​ El cientĂ­fico britĂ¡nico Edmund Halley dedicĂ³ sus estudios principalmente al anĂ¡lisis de las Ă³rbitas de los cometas.31​32​ El mejoramiento del telescopio durante este tiempo permitiĂ³ a los cientĂ­ficos de todo el mundo descubrir nuevas caracterĂ­sticas de los cuerpos celestes que existen.33​ A mediados del siglo XX, el 12 de abril de 1961, el cosmonauta Yuri Gagarin se convirtiĂ³ en el primer hombre en el espacio;34​ la misiĂ³n estadounidense Apolo 11, al mando de Neil Armstrong llega a la Luna el 16 de julio de 1969. En la actualidad, el sistema solar se estudia con ayuda de telescopios terrestres, observatorios espaciales y misiones espaciales.

CaracterĂ­sticas generales

El Sol
Los planetas y los asteroides orbitan alrededor del Sol, aproximadamente en un mismo plano y siguiendo Ă³rbitas elĂ­pticas (en sentido antihorario, si se observasen desde el Polo Norte del Sol); aunque hay excepciones, como el cometa Halley, que gira en sentido horario.35​ El plano en el que gira la Tierra alrededor del Sol se denomina plano de la eclĂ­ptica, y los demĂ¡s planetas orbitan aproximadamente en el mismo plano. Aunque algunos objetos orbitan con un gran grado de inclinaciĂ³n respecto de este, como PlutĂ³n que posee una inclinaciĂ³n con respecto al eje de la eclĂ­ptica de 17º, asĂ­ como una parte importante de los objetos del cinturĂ³n de Kuiper.36​37​

SegĂºn sus caracterĂ­sticas, los cuerpos que forman parte del sistema solar se clasifican como sigue:

El Sol, una estrella de tipo espectral G2 que contiene mĂ¡s del 99,85 % de la masa del sistema. Con un diĂ¡metro de 1 400 000 km, se compone de un 75 % de hidrĂ³geno, un 20 % de helio y 5 % de oxĂ­geno, carbono, hierro y otros elementos.38​
Los planetas, divididos en planetas interiores (tambiĂ©n llamados terrestres o telĂºricos) y planetas exteriores o gigantes. Entre estos Ăºltimos JĂºpiter y Saturno se denominan gigantes gaseosos, mientras que Urano y Neptuno suelen nombrarse gigantes helados.
Todos los planetas gigantes tienen a su alrededor anillos.
Los planetas enanos son cuerpos cuya masa les permite tener forma esfĂ©rica, pero no es la suficiente como para haber atraĂ­do o expulsado a todos los cuerpos a su alrededor. Son: PlutĂ³n (hasta 2006 era considerado el noveno planeta del sistema solar)39​, Ceres, Makemake, Eris y Haumea.
Los satĂ©lites son cuerpos mayores que orbitan los planetas; algunos son de gran tamaño, como la Luna, en la Tierra; GanĂ­medes, en JĂºpiter, o TitĂ¡n, en Saturno.
Los cuerpos menores:
Los asteroides son cuerpos menores concentrados mayoritariamente en el cinturĂ³n de asteroides entre las Ă³rbitas de Marte y JĂºpiter, y otra mĂ¡s allĂ¡ de Neptuno. Su escasa masa no les permite tener forma regular.
Los objetos del cinturĂ³n de Kuiper son objetos helados exteriores en Ă³rbitas estables, los mayores de los cuales son Sedna y Quaoar.
Los cometas son objetos helados pequeños provenientes de la nube de Oort.
Los meteoroides son objetos menores de 50 m de diĂ¡metro, pero mayores que las partĂ­culas de polvo cĂ³smico.
Montagem Sistema Solar.jpg
El espacio interplanetario en torno al Sol contiene material disperso procedente de la evaporaciĂ³n de cometas y del escape de material proveniente de los diferentes cuerpos masivos. El polvo interplanetario (especie de polvo interestelar) estĂ¡ compuesto de partĂ­culas microscĂ³picas sĂ³lidas. El gas interplanetario es un tenue flujo de gas y partĂ­culas cargadas que forman un plasma que es expulsado por el Sol en el viento solar. El lĂ­mite exterior del sistema solar se define a travĂ©s de la regiĂ³n de interacciĂ³n entre el viento solar y el medio interestelar originado de la interacciĂ³n con otras estrellas. La regiĂ³n de interacciĂ³n entre ambos vientos se denomina heliopausa y determina los lĂ­mites de influencia del Sol. La heliopausa puede encontrarse a unas 100 UA (15 000 millones de kilĂ³metros del Sol).

Los sistemas planetarios detectados alrededor de otras estrellas parecen muy diferentes del sistema solar, si bien con los medios disponibles solo es posible detectar algunos planetas de gran masa en torno a otras estrellas. Por tanto, no parece posible determinar hasta qué punto el sistema solar es característico o atípico entre los sistemas planetarios del universo.

Distancias de los planetas
Las Ă³rbitas de los planetas mayores se encuentran ordenadas a distancias del Sol crecientes, de modo que la distancia de cada planeta es aproximadamente el doble que la del planeta inmediatamente anterior, aunque esto no se ajusta a todos los planetas. Esta relaciĂ³n se expresa mediante la ley de Titius-Bode, una fĂ³rmula matemĂ¡tica aproximada que indica la distancia de un planeta al Sol, en Unidades AstronĂ³micas (UA):

{\displaystyle a=0,4+0,3\times k\,\!}{\displaystyle a=0,4+0,3\times k\,\!}   
donde {\displaystyle k}k  = 0, 1, 2, 4, 8, 16, 32, 64, 128.
Donde la Ă³rbita de Mercurio se encuentra en k = 0 y semieje mayor 0,4 UA, la Ă³rbita de Marte es k = 4 a 1,6 UA, y Ceres (el mayor asteroide) es k = 8. En realidad las Ă³rbitas de Mercurio y Marte se encuentran en 0,38 y 1,52 UA. Esta ley no se ajusta a todos los planetas, por ejemplo Neptuno estĂ¡ mucho mĂ¡s cerca de lo que predice esta ley. No hay ninguna explicaciĂ³n de la ley de Titius-Bode y muchos cientĂ­ficos consideran que se trata tan solo de una coincidencia.40​

FormaciĂ³n y evoluciĂ³n
ArtĂ­culo principal: FormaciĂ³n y evoluciĂ³n del sistema solar
El sistema solar se formĂ³ hace 4568 millones de años por el colapso gravitatorio de una parte de una nube molecular gigante. Esta nube primigenia tenĂ­a varios años luz de diĂ¡metro y probablemente dio a luz a varias estrellas.41​ Como es normal en las nubes moleculares, consistĂ­a principalmente de hidrĂ³geno, algo de helio y pequeñas cantidades de elementos pesados surgidos de previas generaciones estelares. A medida que la regiĂ³n —conocida como nebulosa protosolar—42​ se convertĂ­a en el sistema solar, colapsaba y la conservaciĂ³n del momento angular hizo que rotase mĂ¡s deprisa. El centro, donde se acumulĂ³ la mayor parte de la masa, se volviĂ³ cada vez mĂ¡s caliente que el disco circundante.41​ A medida que la nebulosa en contracciĂ³n rotaba mĂ¡s deprisa, comenzĂ³ a aplanarse en un disco protoplanetario con un diĂ¡metro de alrededor de 200 UA41​ y una densa y caliente protoestrella en el centro.43​44​ Los planetas se formaron por acreciĂ³n a partir de este disco45​ en el que el gas y el polvo atraĂ­dos gravitatoriamente entre sĂ­ se unen para formar cuerpos cada vez mĂ¡s grandes. En este escenario, cientos de protoplanetas podrĂ­an haber surgido en el temprano sistema solar que acabaron fusionĂ¡ndose o fueron destruidos dejando los planetas, los planetas enanos y el resto de cuerpos menores.

Gracias a sus puntos de ebulliciĂ³n mĂ¡s altos, solo los metales y silicatos podĂ­an existir en forma sĂ³lida cerca del Sol, en el cĂ¡lido sistema solar interior; estos fueron finalmente los componentes de Mercurio, Venus, la Tierra y Marte: los planetas rocosos. Debido a que los metales solo eran una pequeña parte de la nebulosa solar, los planetas terrestres no se podĂ­an hacer muy grandes. Los planetas gigantes (JĂºpiter, Saturno, Urano y Neptuno) se formaron mĂ¡s lejos, mĂ¡s allĂ¡ de la lĂ­nea de congelaciĂ³n: el lĂ­mite entre las Ă³rbitas de Marte y JĂºpiter donde las temperaturas son lo suficientemente bajas como para que los compuestos volĂ¡tiles permanezcan sĂ³lidos. Los hielos que forman estos planetas eran mĂ¡s abundantes que los metales y silicatos que formaron los planetas terrestres interiores, por lo que los permitiĂ³ crecer hasta ser lo suficientemente masivos como para capturar grandes atmĂ³sferas de hidrĂ³geno y helio: los elementos mĂ¡s ligeros y abundantes. Los residuos restantes que no llegaron a convertirse en planetas se agruparon en regiones como el cinturĂ³n de asteroides, el cinturĂ³n de Kuiper y la nube de Oort. El modelo de Niza explica la apariciĂ³n de estas regiones y propone que los planetas exteriores se podrĂ­an haber formado en sitios diferentes de los actuales a los que habrĂ­an llegado tras mĂºltiples interacciones gravitatorias.

Tras cincuenta millones de años, la densidad del hidrĂ³geno y la presiĂ³n en el centro de la protoestrella se hicieron tan grandes que comenzĂ³ la fusiĂ³n termonuclear.46​ La temperatura, la velocidad de reacciĂ³n, la presiĂ³n y la densidad aumentaron hasta alcanzar el equilibrio hidrostĂ¡tico: la presiĂ³n tĂ©rmica igualĂ³ a la fuerza de la gravedad. En ese
momento, el Sol entrĂ³ en la secuencia principal.47​ El tiempo que estarĂ¡ en la secuencia principal serĂ¡ de unos diez mil millones de años; en comparaciĂ³n, todas las fases previas al encendido termonuclear duraron unos dos mil millones de años.48​ El viento solar formĂ³ la heliosfera que barriĂ³ los restos de gas y polvo del disco protoplanetario (y los expulsĂ³ al espacio interestelar), con lo que terminĂ³ el proceso de formaciĂ³n planetaria. Desde entonces, el Sol se ha ido haciendo cada vez mĂ¡s brillante; en la actualidad es un 70% mĂ¡s brillante que a su entrada en la secuencia principal.49​


El sistema solar continuarĂ¡ mĂ¡s o menos como lo conocemos hasta que todo el hidrĂ³geno del nĂºcleo del Sol se haya convertido en helio, situaciĂ³n que tendrĂ¡ lugar dentro de cinco mil millones de años. Esto marcarĂ¡ el final de la estancia del Sol en la secuencia principal. En ese momento el nĂºcleo colapsarĂ¡ y la producciĂ³n de energĂ­a serĂ¡ mucho mayor que en el presente. Las capas exteriores se expandirĂ¡n unas doscientas sesenta veces su diĂ¡metro actual, por lo que se convertirĂ¡ en una gigante roja. El gran aumento de su superficie harĂ¡ que estĂ© muchĂ­simo mĂ¡s frĂ­o (del orden de 2600 K).48​ Se espera que el Sol en expansiĂ³n vaporice Mercurio y Venus y vuelva la Tierra inhabitable al mover la zona de habitabilidad mĂ¡s allĂ¡ de la Ă³rbita de Marte. Por Ăºltimo, el nĂºcleo estarĂ¡ lo bastante caliente para fusionar el helio; el Sol quemarĂ¡ helio durante una fracciĂ³n del tiempo que estuvo quemando hidrĂ³geno. El Sol no tiene la suficiente masa para comenzar la fusiĂ³n de elementos pesados, por lo que las reacciones nucleares en el nĂºcleo disminuirĂ¡n. Las capas exteriores se perderĂ¡n en el espacio en forma de nebulosa planetaria, devolviendo parte del material con el que se formĂ³ el Sol —enriquecido con elementos pesados como el carbono— al medio interestelar y dejando atrĂ¡s una enana blanca con la mitad de la masa original del Sol y el tamaño de la Tierra (un objeto extraordinariamente denso).


Ciencias Naturales: Sistema Solar Ciencias Naturales: Sistema Solar Reviewed by Edwin Molina on noviembre 10, 2019 Rating: 5

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